21.7.06

Doblegar a los pueblos árabes para controlar su petróleo

El subsuelo de la mayoría de los países árabes posee grandes cantidades de petróleo y gas, dos fuentes de energía fundamentales durante el siglo pasado y lo que llevamos de éste. El sistema productivo vigente consume a diario millones de barriles de petróleo y millones de toneladas de gas. Desde hace décadas el mercado del petróleo se ha convertido en una gran industria mundial. Como en otros sectores importantes de la economía mundial (industria del armamento y la seguridad, la industria de la información y las comunicaciones internautas, la industria de la construcción inmobiliaria y los servicios, la industria del transporte y la movilidad, la industria de la prostitución, droga y corrupción, etc.), las corporaciones estadounidenses ejercen un dominio ‘postcolonial’. Cuentan con un gran apoyo. El Estado imperial que gobierna Bush II ayuda a que los gobiernos de los países con materias primas permitan que las empresas comerciales ‘postcoloniales’ se apropien de sus riquezas. Si no lo permiten o se resisten, el Estado Imperial cuenta con poderosos efectivos represivos. Desde la ‘persuasión’ diplomática (condenas, sanciones, bloqueos...) hasta medios ‘secretos’ para realizar campañas masivas de mentiras que dobleguen a los gobiernos, o para realizar golpes de Estado ‘democráticos’... y si la resistencia fuera masiva y popular cuentan con un ejército bien armado con bases y portaaviones repartidos por todo el mundo para efectuar invasiones "humanitarias".


La industria del petróleo genera beneficios espectaculares a corto plazo. El crecimiento mundial del consumo del petróleo augura un aumento de las rentabilidades. El control del petróleo desde su lugar de extracción permite dominar este mercado mundial y garantizarse la mayoría de los beneficios que genera.

A pesar de sus impresionantes y costosos esfuerzos, Estados Unidos no consigue doblegar a los pueblos árabes. La resistencia contra la invasión militar de Irak no cesa. Las industrias petroleras se están forrando con el aumento de los precios, pero el gasto estatal estadounidense para sufragar su presencia militar hace peligrar sus finanzas públicas. Costear la movilización de un ejército de 150.000 personas en un país lejano es muy caro. Lo abona el Estado imperial, recortando el gasto social a su pueblo, aunque los beneficios metálicos del petróleo son acaparados por empresas privadas. Siempre: el beneficio privado, el gasto estatal.

Sean las dictaduras prooccidentales o nacionalistas, sean militares o religiosas, todos los pueblos árabes están siendo gobernados por regímenes dictatoriales, sean más o menos brutales. Si hay un pueblo sometido y represaliado, al que se le ha expropiado su propia tierra, éste ha sido el palestino. Fueron expulsados y en su tierra se asentó un Estado de nueva creación: el Estado de Israel. Fue instalado por las potencias imperiales victoriosas en la segunda gran guerra. Fueron los sionistas quienes pactaron y apoyaron que la comunidad judía se desplazara a territorio palestino para ejercer de enclave colonial al servicio del nuevo imperio dominante. Es un enclave militarizado. No en vano sus gobernantes suelen ser generales y coroneles (oficialmente retirados). Es un enclave colonial que se mantiene financiado por Estados Unidos y la ‘comunidad internacional’ y fuertemente armado. Sin este apoyo suplementario, el Estado de Israel no podría sobrevivir, pues es un ente artificial. Y mientras Israel aplique la política represiva para la que fue constituido, se le apoyará y se le permitirá ejercer su política brutal. Por eso la comunidad internacional no lo parará. Israel no detendrá sus ‘excesos’.

Estados Unidos en Irak e Israel en Líbano aplican el mismo plan. Someter a los pueblos árabes.

Tras la primera Intifada, se alcanzaron los Acuerdos de Oslo que preveían dos Estados. Los palestinos renunciaron a parte de su territorio y aceptaron el Estado de Israel. A cambio, Israel no cedió nada y siguió presionando. Apoyado por EEUU impidió la viabilidad de un Estado Palestino, que nunca se constituyó. Con la internacional ‘hoja de ruta’ tampoco se constituirá.

Detener la actual agresión en Gaza y en Líbano requiere de nuestro esfuerzo. Pero debatir acerca de las razones que nos expliquen los acontecimientos actuales siempre es muy útil para comprender. Hoy la mayoría de la izquierda defiende la política de los Estados, idea que considero utópica e inviable. Israel no es un Estado nacional: es un enclave colonial. Defender su continuación equivale a defender que siga ejerciendo la tarea militar para la que fue creado.


Gus

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